Dilma, Brasil ¿y el Perú?
Unas horas después del cierre de las mesas de votación, el Tribunal Superior Electoral brasilero anunciaba en su página web los resultados escrutados al 96% de los votos, sobre un universo de 106'515.538 votos emitidos (chúpate esa, Magdalena). El triunfo de Dilma Rousseff, apadrinada por Lula y el Partido de los Trabajadores, no ha sorprendido a nadie, pues la ventaja de más de 10% sobre Jose Serra se había consolidado en las últimas semanas previas a esta segunda vuelta, luego de una primera vuelta en la cual Rousseff estuvo a unos 3 puntos de alcanzar la victoria sin necesidad del desempate. Aparentemente, la neutralidad del Partido Verde en la segunda vuelta y el voto femenino sellaron la victoria.
Pero ¿quién es Dilma Rousseff? ¡Una ex guerrillera! Por más que he buscado, no he encontrado referencia alguna de Aldo M a Rousseff ni a su pasado extremista (hubiera sido divertido). Lo cierto es que, luego del golpe de Estado de 1964, Rousseff se unió a la guerrilla izquierdista, en cuyos actos violentos ella niega haber participado, que se oponía a la sangrienta dictadura militar. De hecho, fue encarcelada y torturada por el gobierno, cumpliendo su condena a los 25 años. Nacida en una familia acomodada, estudió economía y se especializó en políticas energéticas. Conoció a Lula en el 2002, quien la nombró como su Ministra de Energía. En 2005, la nombró Ministra de la Casa Civil (algo parecido a jefa del gabinete). Así pues, Lula la eligió como heredera del 80% de popularidad con el cual él está por abandonar el gobierno.
La campaña no fue pacífica. Como ejemplo, Indio da Costa, el candidato a vice presidente de Jose Serra, no dudó en sostener (sin prueba alguna) que "todo el mundo sabe que el [Partido de los Trabajadores] está ligado al narcotráfico". Del mismo modo, él y el propio Serra acusaron burdamente al PT de vinculaciones con la organización criminal Comando Vermelho, lo cual originó una demanda de indemnización civil por parte del partido de gobierno.
Aún así, Rousseff ha logrado algo que Lula nunca consiguió: gozará de mayoría en ambas cámaras legislativas, gracias a pactos electorales con 11 partidos. Eso sí, la principal oposición, encabezada por Serra del Partido de la Social Democracia Brasilera (de donde proviene el recordado ex presidente Fernando Henrique Cardoso), está lejos de haberse diluido: mantiene el poder en los tres estados más grandes del Brasil, donde reside la mitad de la población del país y se encuentra la mitad del PBI brasilero.
Brasil. Recordemos que Brasil es la novena economía del mundo y pasará a ser la quinta en el 2050, según estimaciones de Goldman Sachs. En el Perú, solemos pintar la competencia latinoamericana entre nosotros y Chile, pero lo cierto es que el verdadero gigante es Brasil: ocupa cerca del 50% del territorio de sudamérica, que lo convierte en el 5º país más grande del mundo y, al mismo tiempo, es el 5º país más poblado del planeta. Es el 7º país productor de petróleo y el 9º consumidor del mismo. Lula, además, ha logrado sacar a 23 millones de brasileros de la pobreza extrema y, como se ha dicho:
Consiguió lo que parecía imposible: entusiasmar a los pobres, hacerles menos pobres y al mismo tiempo hacer que los ricos fueran más ricos que nunca y la bolsa la más próspera del mundo.
¿La receta? Inversión, control de la inflación, disciplina fiscal, libre mercado y fortalecimiento del Estado. Sólo habría que restar los varios escándalos de corrupción en el partido de gobierno.
Brasil está, no obstante, lejos de ser el paraíso: es más probable morir asesinado en Brasil, donde ocurren 25 asesinatos por cada 100 mil habitantes, que en el desprestigiado México, donde es la cifra desciende a 14. Más de la cuarta parte de brasileros (casi 50 millones de personas) vive en extrema pobreza y los problemas en salud y educación son similares a los del resto de nuestra querida región.
¿Nos comerán? La samba, el fútbol y el carnaval hacen casi imposible sospechar de la bondad de los brasileros, con quienes llevamos excelentes relaciones. Sin embargo, el aparato de relaciones internacionales brasilero (público y privado), que ciertamente juega en ligas bastante mayores a las nuestras, es un monstruo, de la misma forma en que Brasil es un monstruo energético que requiere satisfacer sus necesidades de crecimiento.
El riesgo para el Perú es lo que, desde distintos campos, dos especialistas advirtieron en su momento. Primero, Gustavo Guerra-García, quien el 2005 dejó boquiabiertos a todos cuando sostuvo que la carretera interoceánica era un mal negocio para el Perú, sugiriendo que su falta de viabilidad técnica era producto de intereses particulares brasileros. Segundo, Mariano Castro, abogado de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, a quien nadie escuchó cuando objetó los acuerdos energéticos firmados con el gobierno de Lula este año, que permiten la construcción ilimitada e innecesaria de represas en la Amazonía, que nos traen más perjuicios que beneficios. Aich...
También es cierto que las políticas de integración política y económica que han caracterizado los dos últimos gobiernos de Lula continuarán con Rousseff, lo que favorece el crecimiento de la región, que tarde o temprano tendrá que darse cuenta y aprovechar que Brasil es nuestro mejor portavoz al otro lado del charco.